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jueves, 13 de junio de 2013

Un deportista con padre.




Se le llama mito, leyenda, genio, héroe, monstruo, maestro, crack, grande, ejemplo, campeón, mago, único, rey, todo merecido y grandilocuente, pero hay quien quita el confeti a Nadal y simplemente utiliza el carnet de identidad para denominarle Rafael. Ese es su tío y entrenador Toni, el que se ocupa de utilizar el insecticida para que los elogios no maten a la persona, al sobrino.


El tío y entrenador Toni utiliza tanto 'el Rafael' que al escucharle cinco minutos te devuelve al mundo real. Él fue el que un día sentenció que lo único que hace especial a su sobrino es que sabe darle bien a una bola con una raqueta. Semejante declaración, esculpida contra las leyes del márketing y los superhéroes, da todavía más.Esa contundencia, esa bajada al suelo, fue un bofetón a una de las leyendas de los campos de entrenamiento de cualquier deporte, la que alerta sobre el peligro que emana de eso que llaman un deportista con padre. La familia es vital en el desarrollo de un deportista, tanto que se deja el dinero y el tiempo en su progreso, pero algunos familiares resultan tóxicos.


En el caso de Nadal resultaría comprensible que un tipo con ocho Roland Garros mirara al resto de la humanidad con un átomo de superioridad y varios kilos de tonteo. Entonces aparece su tío y recuerda que es Rafael. Un Roland Garros es un Mundial sobre tierra. Ocho es para marcianos. En ninguno se ha visto un manteo al tío de Rafael ni una palabra descortés con un rival.


En cualquier oficio, y más en el deporte, se necesita alguien cerca que recuerde que eres sólo Rafael. Es el mérito de Toni, el tío y entrenador de un tenista.









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